Ajustó
la tuerca lo más fuerte que pudo, esperaba que con eso bastase. Era lo único
que le faltaba por probar. El ordenador seguía insistiendo en que todo
funcionaba correctamente, pero la comunicación todavía era incapaz de recibir
señal de casa.
Sabía
que existía otra posibilidad, pero se negaba a aceptarla. El problema tenía que
ser suyo, no de la Tierra. La situación política estaba un poco tensa cuando se
había marchado, pero había pasado tiempo, tenía que haberse calmado. ¿O no?
Tenía que dejar de ser tan pesimista. Abajo estaban bien y él estaba bien, ya
estaba, no hacía falta ponerse en lo peor.
Subió
rápidamente a la cabina y encendió las comunicaciones. Como siempre la pantalla
indicaba que el sistema estaba en línea. Ojalá esa vez fuera verdad. Empezó a
trasmitir.
–Star
wanderer llamando a la Tierra ¿Me reciben?
–…
–Tierra,
aquí Star wanderer ¿Me reciben?
Nada.
Solo estática sonando sin parar. ¿Qué ocurría? Intentaba tranquilizarse pero
era imposible, después de cuatro años solo en la nada regresaba a casa y se
encontraba con que nadie le respondía. ¿Se habrían olvidado de él? ¿Habrían
cancelado el proyecto abandonándole en el espacio? Aún tenía la esperanza de
que solo fuera un fallo mecánico, pero algo en su interior le decía que no era
así.
Paró
la nave en seco. Necesitaba viajar a una velocidad inferior a la de la luz para
que las cámaras convencionales fueran funcionales. Aún se encontraba a un año
luz de la Tierra así que lo que pudiera ver ya había pasado hace tiempo pero
así podía hacerse una idea de lo que podría haber pasado. Al principio solo vio
un tranquilizador punto azul en la lejanía, pero cuando hizo zoom se quedó
aterrado. Cada poco se apreciaban unos fogonazos intensos en la superficie del
planeta, y después de un rato nada. ¿Qué acaba de presenciar? ¿Eso eran
explosiones? ¿Qué estaba pasando en la superficie?
Necesitaba
volver a casa rápidamente. Aceleró los motores y puso la máxima velocidad. Una
hora después ya estaba decelerando a la altura de Marte. Las luces amarillas
que se solían ver al acercarse al planeta se habían sustituido por apagadas
manchas rojizas, como fuegos encendidos.
Ninguna
base de aterrizaje contactaba con él, lo que a la vista del estado del planeta
parecía normal. ¿Qué había pasado en su ausencia? ¿Era el único ser humano en
todo el universo? No podía realizar el aterrizaje previsto con la ayuda de todo
un centro de computación, tendría que improvisar un aterrizaje de emergencia.
Desplegó todos los alerones, dispuso la nave en el ángulo adecuado y redujo la
velocidad al máximo. En teoría debería funcionar, estaba diseñado para ello,
pero no estaba seguro que los mamparos de protección fueran a aguantar las
temperaturas elevadas, sabía que había habido recortes durante su construcción.
Cerro los ojos, no quería ver como ardía el mundo a su alrededor.
Notó
una sacudida intensa, parecía que ya estaba en la superficie y seguía vivo. En
la pantalla parpadeaban varios pilotos rojos. Se habían desprendido algunos de
los mamparos, los anclajes de los soportes se habían torcido y un alerón se
había roto; aun así seguía vivo, que por lo que temía era más de lo que se
podía decir de los habitantes del planeta.
Esperó
a que la nave se enfriara y salió al exterior. El espectáculo era horrible. A
su alrededor todo estaba derruido, como si hubieran caído miles de bombas.
Cuando entró en la ciudad más cercana el espectáculo no cambió, había cadáveres
tirados en el suelo, manchas de sangre y montañas de escombros. No sabía que
había pasado en el planeta, pero lo que si estaba claro era que había sido una
masacre. Buscó en varios edificios y no había rastro de supervivientes, estaba
solo.
Caminó
despacio, deprimido por el estado de su hogar, de vuelta a la nave. Se paró. Le
había parecido que algo se estaba moviendo. Corrió hacia el lugar, esperanzado.
–Ayuda…
–Murmuró un hombre tendido en el suelo.
Cuando
llegó se había desvanecido. Estaba malherido y mal alimentado, pero con un poco
de ayuda podía sobrevivir. Lo llevó a la star wanderer donde hizo todo lo que
pudo para curarle.
–
¿Dónde estoy? –Preguntó con la voz quebrada al despertar.
–En
la nave Star wanderer.
–
¿La que partió hace cuatro años en busca de nuevos mundos con un solo hombre?
–Si.
Acabo de regresar. ¿Qué pasó? ¿Por qué están todos muertos?
–Estalló
la guerra. Unos dispararon primero y los otros respondieron con más tiros.
Después llegaron las bombas y los drones, y cuando quisieron darse cuenta ya no
quedaba nadie. Todos… Solo unos pocos, yo, quizá otros… No sé porque, pura
suerte; pura mala suerte. Sobrevivir para caminar entre los cadáveres de los
tuyos.
–Este
no es lugar para vivir, ya no.
–Es
lo que nos queda.
–No.
Tenemos el espacio.
–
¿El espacio?
–Si.
Con un poco de trabajo podemos convertir la Star Wanderer en una verdadera
vagabunda de las estrellas con autonomía total, y alejarnos de este planeta
muerto.
–Vamos.
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