Miró alrededor. Ya no quedaba
nada, todo perdido, destruido, acabado para siempre. Desde el principio había
sabido que terminaría así, pero eso no mejoraba la situación, solo hacía que se
sintiera impotente, utilizado por el universo para llevar a cabo sus planes
crueles. En teoría eso debería hacerle sentir mejor, hacer que llegara a la
conclusión de que nunca había existido ninguna manera de evitarlo, que
cualquier otra cosa que hubiera intentado habría dado el mismo resultado. Pero
su mente no funcionaba así, en el fondo de su cerebro, en una pequeña región
prácticamente olvidada un pensamiento le pinchaba diciendo: “¿Seguro que no se
podría haber hecho nada? Siempre hay otra opción”. Por mucho que supiese que
aquella vez no había cabida para otra opción seguía preguntándose si no era solo
una excusa barata para evitar reconocer que había fracasado.
Todo daba igual, ya todo daba
igual, solo hacía falta echar una ojeada a su alrededor. Ya no había opciones,
ya no había marcha atrás; todo había acabado y había acabado mal. Intentó
hacerse a la idea, seguir adelante, pero era demasiado pronto y estaba
demasiado cerca. Todavía podía ver los restos de lo sucedido, todavía podía
recordar cada uno de los pasos que había dado ese maldito día. Intentó alejarse
del lugar, pero tampoco pudo, había algo que le retenía ahí, en el centro de
todo aquello, algo que le impedía marcharse sin más, como si nada hubiese
pasado. Quizá debería quedarse a llorar o simplemente a esperar a que fuese el
momento, a que aquella pesadilla le soltara. Quizá.
No supo cuánto tiempo pasó,
tampoco le importaba. En esos momentos ya no le importaba absolutamente nada.
Ya no estaba a punto de llorar, ya no miraba constantemente a su alrededor, ya
no comprobaba sin parar que no estaba soñando. Simplemente se sentaba en una
calma fingida, dejando la mente lo más en blanco posible, que tampoco era mucho.
Ya no dudaba que hubiera podido hacer alguna otra cosa para solucionarlo, sabía
que era así; pero también sabía que no se podía hacer nada, que ya no había
marcha atrás.
Se levantó. Se levantó y se
marchó sin volverse. Sabía que todo lo que había pasado era su culpa y nunca lo
olvidaría.
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