domingo, 28 de junio de 2015

Plan oculto



Abrió los ojos. Lo primero que le pasó por la cabeza fue ¿Dónde estoy? Seguido rápidamente por un ¿Qué es ese bicho que tengo enfrente? Y un ¡Socorro! No tuvo tiempo para buscar respuesta a ninguna de las dos preguntas porque el ser misterioso se inclinó sobre ella, acercando su cara carmesí a menos de un palmo de la suya. El aliento le olía raro, como a puré de frutas caducado. Una mano de seis dedos, también roja, se aproximó a su nuca y con un movimiento brusco le clavó algo. Notó el pinchazo al instante, fue algo doloroso. Después llegó una sensación nueva, algo para lo que no estaba preparada. Era como si su cerebro ya no fuera del todo suyo.

El extraterrestre se irguió y ella sin saber por qué lo hacía le imitó y se puso de pie, comprobando que era mucho más alto que ella. Se miraron fijamente a los ojos, analizándose mutuamente. El cuerpo entero del ser era rojo, salpicado momentáneamente por pecas marrones; los brazos eran excepcionalmente largos y estrechos, con una articulación de más, preparados para una manipulación muy ágil de cualquier herramienta compleja. Por fin el extraterrestre tomó la iniciativa.

–Bienvenida –dijo en un idioma que no conocía pero que sin embargo comprendió perfectamente.

– ¿Cómo…? –Empezó a preguntar, pero él le interrumpió a mitad.

– ¿Cómo eres capaz de entenderme? ¿Era esa tú pregunta? Tiene una explicación muy fácil. Te acabo de conectar al centro de control. Tus pensamientos son subidos y analizados y a su vez se te descargan órdenes y datos de utilidad, entre ellos un paquete completo de traducción.

Se quedó en blanco. Sabía que lo lógico era que en ese momento se volviera histérica gritando e intentando correr, o al menos que se preocupara; pero fue incapaz, como si algo en su cabeza se lo impidiera.

–No es tan malo cómo te imaginas. Realmente vas a ser una privilegiada. Tendrás acceso a lujos que ahora mismo no se te pueden llegar a ocurrir y sobrevivirás a la invasión que le espera a tu mundo. Ahora, simplemente sígueme.

Empezó a andar casi sin darse cuenta, marchando detrás del extraterrestre.


OCHO AÑOS DESPUÉS
Acababa de volver de una misión y le correspondían unos días de relax en el planeta madre, pero el centro de control le había enviado una citación urgente con su superior. No le gustaba, por mucho que evitara tener sentimientos contra el centro de control. Era la tercera vez ese mes que le pasaba. Trabajaba enteramente para ellos, a pesar de que hubieran invadido su planeta y que todos sus familiares y amigos fueran sirvientes de las especies superiores, con suerte. Todos sus actos y sus pensamientos se los dedicaba enteramente a ese gran ordenador que todos llamaban el centro de control; mejorándolo, protegiéndolo cuando podía y sin embargo él no hacía nada más que llamarle con más misiones y más encargos. No era que le disgustase su trabajo, ni mucho menos, lo amaba, pero sabía que si no descansaba rendiría menos y sería incapaz de complacerle correctamente, no comprendía como él no lo veía así.

Subió con cuidado las escaleras metálicas. Los escalones estaban pensados para individuos que midieran como mínimo veinte centímetros más que ella y se notaba. Cuando llegó arriba la puerta se iluminó y puso en letras claras:  qwegr  que evidentemente significaba entra. Hizo caso y atravesó el umbral. Dentro le esperaba su jefe, un ser muy bien situado en la jerarquía del centro porque pertenecía a una de las especies más antiguas de la unión de planetas, una de las cinco razas consideradas puras y portadoras de sabiduría: los dom-vuur.

–Tengo trabajo para ti. –Dijo mientras por su cuerpo traslucido se veían subir y bajar vesículas de colores. –En el tiempo que llevas trabajando para nosotros has demostrado no tener pensamientos malintencionados, por eso eres la persona ideal para llevar este caso. Efriudse, un trabajador con un nivel de control mental intenso ha logrado de alguna forma desconectarse del ordenador. Tienes que encontrarlo y averiguar cómo ha conseguido liberarse. Entenderás que es un asunto sumamente delicado, así que nadie fuera de esta sala debe saber que lo estás investigando.

–Lo sé. Pero para investigarlo en condiciones necesitaré algo más. –No quería sonar exigente, pero era la verdad, no le bastaba con lo que tenía.

–Acceso a los registros del ordenador central. Lo veo en tu mente. Lo tendrás en tu terminal personal. No creo que sea necesario advertirte, pero significa que vas a manejar más poder del que te debería corresponder.

–Lo sé. –Era contestación suficiente porque su jefe podrá comprobar en sus pensamientos que era verdad.

–Ten cuidado y tráeme resultados.

Abandonó la sala y se dirigió rápidamente a su habitáculo tomando una cápsula de transporte individual. Una vez que había entrado se dirigió casi corriendo a su ordenador. Sabía que estaba disfrutando de un gran honor que muy pocos llegaban a tener, ante sus ojos se extendían miles de pensamientos pertenecientes a todos los individuos conectados, incluyendo los suyos; aunque no los de su jefe porque él era un trabajador de libre pensamiento, un estatus no accesible a un simple humano. Se centró en buscar los registros correspondientes a su fugitivo, sobre todo su ubicación y sus pensamientos en el momento exacto de su desconexión. Cuando por fin los encontró descubrió que eran totalmente vulgares, sin contener señales del plan que le había llevado a la libertad.

Tenía que reconocer que se sentía decepcionada, se había esperado alguna referencia a la desconexión, aunque fuera pequeña, que alguien hubiera pasado por alto. Era la paradoja del nivel de control mental intenso: la mayor parte de las conexiones correspondían a esa categoría, por lo que todos los pensamientos de esos individuos deberían estar vigilados casi de continuo, pero el número de vigilantes era tan bajo que no llegaban a comprobar todas las ideas asignadas a tiempo real, así que si tenían que ignorar algún pensamiento solía corresponder a los de los trabajadores menos cualificados clasificados como nivel de control mental intenso. Por eso había supuesto que ese individuo había tenido una idea afortunada cuando nadie vigilaba sus pensamientos y había logrado soltarse, pero no aparecía ninguna prueba, era casi como si hubiera ocultado sus pensamientos…

¿Y si lo había hecho? ¿Y si había ocultado todos sus pensamientos? Entonces no habría necesitado superar todos los problemas técnicos y fisiológicos de una desconexión, simplemente tendría que tapar sus pensamientos y todos creerían que ya no estaba dentro. Además así evitaba el problema del idioma, sin la conexión no sería capaz de comunicarse en la lengua oficial, pero si seguía dentro todavía tendría todos los paquetes de traducción. Estaba sorprendida, Era un plan perfecto una vez se conseguía acceso al ordenador central… ¡Acceso al ordenador central! Estaba dentro y podía seguir todos sus pensamientos, sabría lo que había averiguado, podía seguir sus progresos y huir siempre que se acercara. ¿Cómo podía cazar a alguien que tenía acceso a todos sus pensamientos? Solo había una forma, anular su conexión… Intentó borrar de su mente esa idea en cuanto llegó, pero ya era demasiado tarde. ¡Había pensado en salir! No era lo que ella deseaba, lo sabía. Solo lo había considerado como un método para cumplir mejor con su cometido, ojalá aquellos que leían su información lo comprendieran.

Los datos que estaba mirando del ordenador desaparecieron de la pantalla, en su lugar ponía: su petición ha sido concedida. ¿Qué petición? No había solicitado nada. Empezó a pensar que era un mensaje erróneo cuando notó algo diferente en su mente, le habían liberado del ordenador central, su conexión estaba prácticamente rota, solo recibía lo necesario para comprender el idioma. Ya no tenía problemas para completar su misión.

Se volvió a centrar en el fugitivo. Una cosa era independizarse mentalmente del ordenador y otra era hacerlo físicamente. Los implantes llevaban un localizador integrado que permitía saber en todo momento donde se encontraba un individuo. Podía habérselo quitado, pero ¿Cómo? El proceso de extracción era extremadamente arriesgado, y además era casi imposible que una persona pudiera llevarlo a cabo sin ayuda. Tenía que haber otra manera, una que explicase su desaparición repentina. Pero a parte de una extracción solo había dos maneras de que no se localizara un implante, la primera era que su dueño estuviera muerto y la otra era que se encontrase dentro de la localización física del ordenador central. Eso era lo peor que podía pasar, pero no existía otro motivo lógico que coincidiera con todos los hechos.

Se levantó y paseó lentamente en círculos. No podía evitar pensar que en el fondo siempre lo había sabido, pero enterró esa idea lo más profundo que pudo. Lo importante en ese momento era que sabía dónde estaba su objetivo y podía ir a por él. Cogió su arma, odiaba esos trastos pero sabía que podía necesitarla, y sin más preliminares salió por la puerta dispuesta a acabar con todo ese asunto lo antes posible.
Una misión anterior ya le había llevado a ese lugar, así que llegó sin problemas. No había nadie vigilando, suponían que el control mental era suficiente seguridad, quizá se equivocaban. Atravesó la puerta y se encontró mirando a su fugitivo.

– ¡No vas detenerme! –Gritó desesperado, mientras le apuntaba con un arma de juguete.

Ella respiró hondo, sabiendo que se encontraba en un ambiente seguro, y dejó que corrieran por su mente todos los pensamientos oscuros que no había querido tener ni siquiera cuando había sentido la soledad en su cabeza.

– ¿De verdad crees que quiero hacer eso? –Se rio, con una risa propia de la bruja malvada de una película infantil. –Si no fuera por mí no podrías haber llegado hasta aquí.

– ¿Qué dices? –El pobre estaba confuso, y era algo perfectamente lógico, no podía llegar a comprender todo lo que había pasado a su alrededor.

– Piénsalo un momento. ¿Tú hasta ahora habías tenido las habilidades técnicas para llevar a cabo este plan? Ya te digo yo que no. Tus conocimientos en ese sentido son muy pobres, pero lo que sí que tenías desde siempre era un gran deseo por escapar. Eso me sirvió. Hace unos meses mis misiones me llevaron hasta este lugar, un sitio oculto de los vigilantes, totalmente seguro. Yo, como cualquiera también quería ser libre, pero sabía que si intentaba huir en aquel momento no tardarían nada en localizarme, así que improvisé un plan. Estando aquí tuve un acceso temporal al sistema de trasmisión de pensamientos, así que busque a una persona con disposición para fugarse, más concretamente a ti, y te introduje las instrucciones para conseguir ocultarte y llegar aquí. Después olvidé lo que había hecho y continué con mi vida hasta el momento en que las órdenes que había metido en tu cabeza se activaron, cuando empecé a buscarte sin recordar mi plan.

–Y aquí estamos –comprendió su interlocutor. – Aun así, nos buscaran, sabrán que has venido aquí.

–Conseguí que me desconectaran voluntariamente. Todo estaba previsto.

– ¿Y el localizador? Pueden seguir tus pasos. En cuanto salgas y descubran que no estás trabajando para ellos te perseguirán.

–No lo harán. Porque no sabrán que los he traicionado. Ese es el punto maestro de mi plan. ¿Ves ese ventanal que cae cientos de metros? Para ellos nosotros nos caeremos por ahí. Pensarán que estamos muertos y no nos buscaran, ni nos rastrearan, seremos invisibles.

domingo, 21 de junio de 2015

A bad day for her



This post is an english version of my previous post in Spanish. I know I don't write a perfect english, for this reason I advise it can have some mistakes. Sorry.
It was raining. The sky was dark and the wind was blowing very strong. She left the building with her broken umbrella in one hand. It was not being a good day for her, and in that moment it only could get worse. The water drenched her clothes that became heavy and sticky. She walked fast, trying to be as dry as possible. She was so nervous than she couldn’t stop looking around. Nobody should know where she was going or what she was going to do.

Ten minutes later she arrived. She was in front of a big grey and ugly building. It had only a few windows and a metallic door in the middle of the wall. She knocked on the door. It opened slowly, with a low and strange sound. She went in and turned on a small light. It looked like an empty room, but she knew she wasn’t alone. 

–I’m here –She shouted. 

She had no answer.

–You asked me to come here. What did you want?

Nothing. She started to think there wasn’t anything but air in that place. She heard a noise. Maybe the room was only almost empty. She wanted to think she had confidence in herself, but the truth was she was afraid, she had been afraid for the whole day. 

All had begun that morning, when she had founded a letter from an anonymous person in her home. It was very short, only a few words: “I know who you are. Come this night to this address if you don’t want the world to know what I know.” She hadn’t been able to believe it. Her past was coming back. She had changed her life two years earlier, and she had thought she would have left behind everything she had done, but it hadn’t been possible. 

–Here you are—said a deep voice behind her. –I knew you would come here. You don’t want your secrets to be unveiled. 

He was an elderly blue-eyed man. He was wearing a dark suit with a navy blue tie.

–Why am I here?

–Have patience. Be sure I will tell you. Now you must come with me.

–Where are we going?

–You’ll see it. I promise. Let’s go.

They left the building through a back door hidden behind a beige curtain. Outside there was a black car, they got in. The man drove for 100 km where the sight town was fading and they entered into the forest. In the end he stopped next to a small rundown hut. It couldn’t be worse, she thought. She had recognized the place. She had been there before.

–Who are you? Why did you bring me here? –She asked very worried. 

–You have just recognized this place. No? A very close friend wanted you to come to this old house.

–Is he still alive?

–Yes, and I have never forgotten you.

She turned slowly. She was looking at a ghost. A ghost she had killed two years earlier. 

–I killed you.

–You failed.

–How? How did you survive?

–You must know it. You couldn’t kill me properly.

She walked backwards. She never has been sure he was dead, and now he was looking at her. He wanted something from her, and probably he was searching revenge.

–You changed. Why?

–What?

–Two years ago you changed. You gave up, and ran out. You tried to finish with all things from your previous life, and to kill me was included there. I forgive you. Why you change?

–I didn’t want to be the person I was any more. I understood we were hurting many people. I want to stop.

–We hardly ever hurt people. We almost always helped others.

–This is the problem, almost always is not always.

–Maybe we could improve.

–No, we couldn’t.

–Try it again.

–Good! It is the reason I’m here. –She said unsurprised. –You need my help to do something. Am I wrong?

–No, you aren’t wouldn’t have search you if you weren’t the only person in the world who can help me.

–How much?

–What? I don’t understand you.

–How much money they’ll pay you?

–Half a million.

In that moment he was the man she had known. A man so interested in money that ignored everything else. He wasn’t looking for revenge, he only wanted to finish a job. She knew her best option was to help him, but she didn’t want. If she made that decision she would hate herself for many years, but reject the job could mean he would decide to kill her. It was very difficult, she didn’t have any good alternative. She looked at him. She couldn’t return to her past. She couldn’t.

–listen to me carefully. I’m not going to help you, nor today, nor tomorrow. I will never help you. Ok? Did you understand me?

–Yes, I did. And it is a pity. I actually wanted you to help me. You have to believe me when I say that I'm sorry. –He turned to the man who had driven her to the hut. –Kill her.

The man pulled out a gun from his pocket. She had forgotten him during argument, and it could be her last mistake. She ran into the woods, hiding in the night darkness. Sometimes she stopped and listened to her persecutor steps. He was very near. She couldn’t run fast enough to get away. He shot. The bullet reached a branch only five centimeters above her head, the next time it would be her body. She ran fifty minutes before it happened. She was getting tired and was starting to move slowly. First she heard the detonation, and after she felt the pain in her shoulder. The blood dripped on his coat profusely and soaked the forest soil. She screamed and ran out.